El 20 de abril de 2002 el boxeo de Catamarca vivió una de sus noches más grandes con el enfrentamiento entre Fabio Buyu Oliva y Hugo Rafael Soto por el título Argentino Supergallo.

La pelea tuvo lugar en el Polideportivo Capital ante un lleno total, y fue la primera y única vez hasta el día de hoy que dos boxeadores catamarqueños se enfrentaron por un cinturón nacional.

La expectativa por aquel combate fue enorme porque en el ring se cruzaron el mejor boxeador de la historia de Catamarca, Hugo Soto, quien se encontraba en el epilogo de su carrera, ante un joven Buyu Oliva que era la gran promesa y llevaría por los próximos años la bandera del boxeo local (fue retador mundial dos veces. En próximas entregas de Memorias del Deporte Catamarqueño ahondaremos en esas peleas).

El combate fue electrizante, y coronó a Fabio Daniel Oliva como el nuevo monarca de los Supergallo en fallo dividido de los jueces. Los jurados de aquel combate dictaminaron las siguientes tarjetas: 97,5-94 (Ramón Agüero) y 98-95 (Ricardo Velázquez Baca) a favor de Oliva y Arturo Cabrera dio 97,5-97 a favor del Chueco Soto. Lo que no queda dudas que aquel combate, a pesar de la diferencia de edad de uno y otro, fue sumamente parejo.

Aquí, les compartimos el video del combate gentileza de los amigos de La Pasión de Multitudes:

Y para tener una idea de lo que se analizó posteriormente en esa pelea, también compartimos la crónica del combate publicada en Diario El Ancasti:

“La apretada decisión causó cierto desagrado en el público que tenía su corazoncito con Soto y pedía a viva voz por un empate. Sin embargo y a la hora de analizar la contienda, Oliva sacó una pequeña luz de ventaja durante las diez vueltas.

De entrada, «Buyú» sorteó el factor psicológico en gran altura, porque la estruendosa ovación que recibió Soto al subir al ring, era capaz de tirar abajo hasta un edificio, pero a Oliva no lo afectó en nada.

Con una porción importante de gente en contra, el pupilo de Luis «Piji» Tapia tejió un plan estratégico impecable en su resolución. Desde el principio evidenció velocidad en el lanzamiento de golpes y en los desplazamientos, con salidas laterales constantes.

De esta manera, jamás le ofreció un blanco fijo a Soto y pegó en una proporción de 2 y hasta 3 golpes a 1 por asalto. Debe reconocerse, ciertamente, que sus impactos no eran de notoria contundencia, pero alcanzaban para sumar mínimamente en la consideración del jurado.

También marcó un punto de inflexión en la contienda al final de la vuelta inicial. A partir de un potente cross de derecha, «Buyú» sacó de línea al campeón, llevándolo incluso a recostarse contra las cuerdas. Allí, descargó una artillería de golpes impresionistas, pero poco efectivos, y sacó las primeras ventajas.

Oliva, en su condición de retador, contó con la ventaja de que el ex-campeón mundial salió a buscar la lucha, cuando la lógica hubiera sido todo lo contrario.

Esto se desveló claramente desde el segundo round. Soto asumió la iniciativa y se encargó de conducir las acciones, pero reveló lentitud y no pudo jamás achicar las distancias. Así, su poder de acción en el cuerpo a cuerpo moría sin respuestas.

A pesar de esto, el púgil de Jorge «Chano» Martínez repuntó una vuelta después -en el tercero- cuando alcanzó al «rey» Sudamericano en el rostro, primero con uppercut y luego con un cross. Esas manos presagiaban un cambio en el desarrollo, con un Soto invirtiendo roles. Pero no sucedió. «Buyú» no perdió nunca la postura. Empleó, a partir de este pequeño contratiempo, más asiduamente el jab de izquierda: Además apareció bien armado en su guardia y trabajó con pasmosa tranquilidad sobre la poca velocidad del campeón.

Los rounds se fueron sucediendo, pero la tesitura no variaba de rumbo.

Había pocos golpes y mientras uno buscaba infructuosamente sin éxito hacer valer la reciedumbre de su pegada -Soto-, el otro -Oliva-llevaba las acciones a un freezer- y cuando «El Chueco» lograba pegar, su adversario respondía duplicando los impactos.

Hubo espacio para algunos lujos, por ejemplo, Soto en más de una ocasión sacó a relucir su visteo y cintura con efectividad. En tanto que Oliva, para no ser menos, invitaba a su contrincante a que lo ataque como demostrando la poca potencia de éste.

En los asaltos finales, Soto apuró la decisión e intentó inclinar la puja de su lado. Quemó las naves, como se dice, y como un gran campeón que fue, dejó todo, pero no fue suficiente.

Llegó la decisión y Fabio «Buyú» Oliva se llevó la victoria, sin sobrarle nada, es cierto. Y ahora agregó a su cintura el cetro argentino que, junto al sudamericano, lo convierten hoy en día en el mejor supergallo. La pregunta ahora es ¿Soto-Oliva 2 para cuándo?”.