El fútbol catamarqueño sufrió un nuevo traspié en el sueño de conseguir un nuevo ascenso deportivo. El dolor de una eliminación es casi siempre el mismo, pero las sensaciones cuando se deja todo en cancha y no lograste el objetivo por azar o algo extrafutbolístico demuestran que no hay mucho que reprocharse.

Le pasó a Policial en el 2013 (por una mano negra), le pasó a Aconquija en 2016 (tuvo una mala tarde ante San Martín cuando barrió a todos su rivales en cancha en esa campaña), y ahora le pasó a San Lorenzo de Alem. A lo largo de los 180 minutos que duró la serie final con Atenas, el Ocotero fue mejor que su rival, que nunca pateó al arco, pero aun así se llevó la clasificación. No traten de racionalizarlo demasiado, es parte del fútbol.

No haber ganado en el Bicentenario y la falta de contundencia ofensiva en momentos claves, fueron, quizás, los mayores pecados del equipo Ocotero, que tanto en el Coloso como en Río Cuarto tuvo las mejores oportunidades para convertir y ganar.

Cuesta entender cómo un equipo que no genera ni produce jugadas de peligro mediante asociaciones colectivas avance a una final por el ascenso. Atenas en base a un fútbol rudimentario, con la pelota parada como bandera, logra meterse en un final y está a un paso del ascenso.

Un párrafo para los arbitrajes tendenciosos, de los cuales ya nos mal acostumbramos. Suelen decir los viejos futboleros que hay árbitros que te inclinan partidos de manera disimulada (como Macheroni) con sus mañas. Otras veces el descaro hace que todo sea evidente. En la serie final hubo de lo primero. No vamos a buscar excusarnos de la eliminación en los hombres de negro, pero los errores en Catamarca (piña de Parodi a Carrizo) y en Río Cuarto fueron evidentes para muchos de los que estuvimos en cancha y vimos como las divididas iban siempre para el local o, por ejemplo, un Facundo Tello que comete cerca de 15 faltas sin ser siquiera amonestado. El problema es que nos mal acostumbramos o, quizás, todavía no aprendemos que los partidos también se juegan en “esa cancha”.

A San Lorenzo le quedará barajar y dar de nuevo. Lo que hizo este último año, manteniendo un plantel importante a nivel local pensando en un Regional, me parece que es un camino positivo a seguir sobre todo teniendo en cuenta que hubo muchos futbolistas a la altura de las circunstancias. El haber jugado dos finales en tres años es evidencia de ello. Mantener un proyecto es fundamental.

Quedará una larga temporada por delante donde nuevamente el fútbol catamarqueño tendrá como máxima categoría el Torneo Regional. Ojalá en el futuro mediato nuestro fútbol pueda colocar un equipo un poco más arriba y jerarquizarse.